por
MISTER TOUCH KUON .... DEL ALCOHOLISMO AL "MASTER FARMER"....
No sabría decir su edad. Un hombre que no es ni joven ni viejo, pero que parece cansado. Su piel quemada por el trabajo del campo, su mirada gastada por el sol y los recuerdos acumulados, sus párpados pesados. Sentado sobre un suelo de madera cubierto de alfombras tejidas, rodeado por su mujer, sus cuatro hijos y otros hombres que no sé quienes son, todos atentos a la conversación.
En el medio de los arrozales, donde no subsisten nada más que algunas pajas ahora amarillas por el calor y el sol abrasador de este mes de septiembre, su casa coqueta y limpia. No hay duda de que Mister Kuon ha sido informado de nuestra visita. Su camisa limpia y su pantalon de franela son prueba de ello. Sin que ninguno de nosotros se haya dado cuenta, todo ha sido minuciosamente preparado antes de nuestra llegada. Dos cocos cortados esperan a cada uno de los visitantes en esta banqueta donde me he sentado frente a él. Sophoan, nuestro Coordinador nacional de Camboya y Dara, su fiel colega administrador, intercambian algunas palabras en su lengua khmer que me es totalmente desconocida, aunque sin esperanza, intento descifrarla.
Con una voz tan dulce como la de mis colegas, Mister Kuon toma la palabra. Sophoan asegura una perfecta traducción, sin florituras. Espero unas palabras de recibimiento, el tradicional hola a los visitantes, pero me sorprende con un anuncio que nos ha reservado.
"Antes era alcoholico, pero se salvó gracias a", nos traduce con una voz pausada y tranquila Sophoan. A su lado, la casa de la mujer de Mister Kuon se ilumina con una sonrisa pausible y de consentimiento que dice mucho, a mi parecer, de su alivio.
En Camboya, después de veinte años, nuestros equipos han hecho la elección de ayudar a las familias campesinas a salir del círculo vicioso de la pobreza. Como en los otros países vecinos asíaticos, aquí cada uno está clasificado e identificado según unos criterios precisos y pragmáticos: estado de la vivienda, acceso al agua, a la educación, tierras disponibles, el número de bocas a alimentar, etc. Todos los servicios públicos y proyectos de cooperación, se hacen en función de las baterias de encuestas realizadas en el campo que interrogan, observan y anotan en sus cuestionarios estandarizados. Los registros terminan en bases de datos informáticas que hacen una clasificación final. Los "Identity poor 1" como me explican mis colegas, son los más pobres y los blancos privilegiados. Esta clasificacián mecánica que rebautiza de manera casi deshumana a las familias afectades por la exclusión y la marginalidad, no me sorprende. Pero pronto me impresionan las respuestas que les aportan, pragmáticas, concretas, sin discurso teórico o conceptual y cuyos resultados están aquí delante de sus ojos. No son mis colegas los que me hablan y me intentan demostrar la utilidad de su trabajo, son las familias, con una nueva dignidad las que cuentan sus testimonios.
Sobre uno de los pilares de madera de la casa, junto a una viga un poco menos roida que las otras, un diploma dentro de un marco magnífico de madera en color rojo y oro. Por nada del mundo, Mister Kuon nos lo hubiera escondido. Al contrario. Incluso Dara y Sophoan nos lo señalan. Sylvain, cooperante en ese proyecto, es más discreto pero muestra igualmente una sonrisa. Al lado del diploma hay otro marco con una foto, recuerdo de Mister Kuon de los dias de vacaiones que pasaron aquí Sylvain y su familia. En poco tiempo, Mister Kuon se ha convertido en "Master Farmer", el reconocimiento del trabajo de un campesino pilotado se ha transformado en formador para sus vecinos. Mister Kuon ha intentado casi todo y adoptado las proposiciones que el "proyecto", como se le llama aquí, le ha hecho: piscicultivos en un estanque proóximo, porucción horticola gracias al agua de una charca colectiva con los vecinos a cambio de "comida por trabajo" (Food for work). Sacos de arroz utiles para los periodos de escasez alimentaria a cambio de unos dias de trabajo portados de tierra, recolector, etc.
Olvidado el alcohol, las discusiones y la pobreza, nos dice. Se ha transformado en Master Farmer. Un verdadero orgullo del que sin embargo nos sorprende por su modestia. Y es que la historia de mister Kuon no termina aquí y no duda en contarla. Al principio de nuestra conversación, me doy cuenta rapidamente que Mister Kuon es un antiguo soldado del ejército del khmer rojo. Bajo su pelo que empieza a ser blanco, ¿cuántos recuerdos dolorosos se esconden y entierran un guerra dolorosa? En estas tierras de arrozales y de ganadería hoy día apacibles, ¿cuántos hombres y mujeres sufrieron trabajos forzosos, malos tratos o murieron? ¿Cuantos están traumatizados por estos años de violencia o de genocidio que ha vivido el pueblo de Camboya? donde los más pobres se han convertido en verdugos de las zonas urbanas, expulsados de la ciudad y desplazados al campo a través de una campaña de reeducación forzosa, violenta y dolorosa.
En mi anterior visita a Camboya hace cinco años, no me gustó dejar Nom Pen y coger el avión de vuelta a Paris sin haber visitado el famoso centro de detención S21. Un lugar en apariencia banal, un antiguo instituto en el centro de la ciudad donde los khmers rojos, en su locura vinieron a torturar y asesinar a una sociedad campesina e igualitaria. Por casualidad, de nuevo en Camboya, nos enteramos por la lectura de los periódicos que Douch, el responsable de este campo durante toda la época del khmer rojo, hombre sabio, francófono y antiguo profesor de matemáticas, iba a ser juzgado: buen cumplidor de las órdenes de sus superiores, para empezar de Pol Pot, acaba de ser condenado a cárcel de por vida por haber supervisado con una precisión de relojero, los registros escritos minuciosamente de los testimonios obtenidos a través de tortura, y con ello el asesinato de más de quice mil "opositores" al régimen, hombres, mujeres y niños, en los "killing field" vecinos. Mis colegas camboyanos comentan discretamente esta decisión de la justicia. ¿Pudor? ¿miedo re reabrir las heridas todavía tiernas de esta sociedad camboyana? En cada familia que nos encontramos, ninguno de nosotros nos atrevemos a preguntarles sobre este periodo de su historia. Aunque me hubiera gustado saber más, entender lo que la gente vivió y ese miedo y sufrimiento que todavía tienen después de los años pasados, pero por miedo a ofenderlos, me guardo mis preguntas. En este país donde todo parece tranquilo y apacible, hará falta tiempo para que la herida se cierre y que las palabras consigan salir...Tadavía no está lista la reconciliación.