Actuar en el Sur para luchar contra las zoonosis es una imperiosa necesidad

Tan dramática que sea, la crisis sanitaria de Covid-19 no es tan sorprendente. Los patógenos siempre han circulado entre el mundo animal y los seres humanos: al menos un 75% de los patógenos emergentes en el ser humano son de origen animal. La naturaleza y la fauna salvaje son reservorios de zoonosis (enfermedades o infecciones transmitidas a los humanos por los animales y viceversa). Obviamente tenemos poco control sobre los virus cuando se adaptan y mutan por si solos hasta que crucen la barrera de las especies. Pero la actividad humana constituye un factor mayor de surgimiento y de diseminación de las zoonosis.

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Entre otras causas: los modelos agrícolas, la crianza industrial y la globalización de los intercambios y del comercio


El aumento de las poblaciones humanas y animales en todo el mundo crea mayor promiscuidad entre humanos y animales. El crecimiento poblacional aumenta la demanda de alimentos, el consumo de carne y la necesidad de tierras cultivables.


Sin embargo, las opciones para intensificar la producción agropecuaria se toman con mayor frecuencia en detrimento de la protección de los ecosistemas, apropiándose en particular de zonas forestales que albergan numerosas especies reservorios o vectores de zoonosis. Debido a ello, los contactos entre humanos, animales domésticos y fauna salvaje han incrementado paulatinamente. Y la intensificación de los sistemas de crianza, así como la concentración y la densificación de las poblaciones animales han empeorado el riesgo de transmisión de estas zoonosis y sus consecuencias.


La globalización de los intercambios y del comercio internacional, el transporte aéreo y la velocidad de movimiento de las personas aumentan la diseminación de estas zoonosis. Y de este punto de vista, la epidemia de Covid-19 es ejemplar. Esta globalización ha llevado a una especialización agrícola excesiva en ciertos países; la dependencia de ciertos países del Sur de productos alimentarios provenientes del exterior debilita su capacidad de recuperación en caso de epidemia y su propia capacidad en alimentar a su población.

Algunas pistas para prevenir riesgos sanitarios


Más que nunca, la urgencia es estrechar las colaboraciones entre todos las actores públicos y privados de la salud humana, de la salud animal, de la gestión ambiental y de la producción de alimentos, para un enfoque integrado de la salud.


En los países del Sur, es fundamental consolidar por todos lados sistemas de salud animal, conectados con los servicios de salud humana, en capacidad de ejercer una vigilancia epidemiológica adecuada y tomar medidas sanitarias oportunas, con base a servicios veterinarios públicos y privados competentes. Ahora bien, en algunos países en desarrollo, esta cobertura veterinaria es muy a menudo insuficiente a nivel local y nacional. Y para asegurar una detección precoz y actuar rápidamente, fortalecer estos sistemas lo más cerca posible de las comunidades campesinas y rurales, muchas veces aisladas, es más que nunca una prioridad, gracias a campesinos capacitados como auxiliares veterinarios.

Las transiciones agroecológicas también son esenciales para protegernos de riesgos sanitarios latentes. Las agriculturas y crianzas campesinas son las más propensas para aprovechar los procesos naturales de los ecosistemas y para preservar las áreas forestales y la biodiversidad. Estas agriculturas campesinas contribuirán así a combatir tanto el cambio climático como los riesgos sanitarios relacionados con las epizootias. Del mismo modo, las crianzas animales de tamaño familiar presentan menos riesgo de propagación de patógenos que las granjas de concentración industrial, aunque solo sea porque introducen menos animales de diferentes orígenes.


En fin, la agricultura mundial debe abandonar el comercio frenético en mercados internacionales a menudo injustos y sin transparencia, que exacerban los riesgos para la salud pública y debilitan la soberanía alimentaria de los países. Reubicar el comercio de productos agropecuarios a nivel local siempre que sea posible, y promover los mercados locales y regionales con controles sanitarios adecuados, son dos vías por explorar.


Por lo tanto, apoyar a las poblaciones campesinas del Sur y consolidar servicios de apoyo técnico y de salud en los países vulnerables, no solo constituyen actos de solidaridad: ¡Es al actuar en el Sur que podremos, mañana o no, en todo el mundo, vencer en la batalla contra las zoonosis!

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